lunes, 13 de abril de 2015

El sueño.

Soñé que estaba en una casa oscura, con mucha gente. Algunas de esas personas las conocía, otras sé que las conoceré y la mayoría estaban allí como una habitación cerrada, en silencio, sin posibilidad de abrir su puerta. Algo tenía que hacer yo en esa sala, algo que hice pero no recuerdo.

Salí a la terraza. Corría un viento fuerte y cálido, podía mirar abajo del edificio y ver la calle abajo a muchísimos metros pero no sentía vértigo, no tenía miedo...subí a la barandilla del balcón, abrí los brazos y me dejé llevar por la corriente. Volaba bajo un firmamento negro que brillaba como un vestido azul marino con circonitas y me sentía libre. Algo me decía que estaba volando a casa. No sabría decir cómo ni por qué, pero allí me esperaba alguien inesperado. Y llegué allí a mitad del camino, llegué a una casa luminosa...a unos brazos que se me antojaban extraños. Y como siempre, me desperté antes de saber el final de la historia.

viernes, 3 de abril de 2015

Viernes Santo

Lo primero de todo es que las cosas que vais a leer en esta entrada están contadas desde mi perspectiva personal como creyente.

Al menos para mí este junto con el domingo de resurrección son los días claves de la Semana Santa ya que son en esencia el objetivo con el que Cristo vino al mundo. Morir y resucitar para pagar  los pecados de la humanidad.


No tengo  conocimientos en Teología para explicar este hecho, tampoco he hecho esta entrada pensando en hacerlo, lo que quiero es hacer mi propia reflexión sobre ello. Muchas personas hoy en día se emocionan con películas  (o libros) donde el protagonista da su propia vida por otra persona o para salvar a un grupo y sin embargo cuando ven una cruz no sienten esa emoción. En parte, yo creo que es porque les parece una simbología muy repetida, tan repetida que acaba convirtiéndose como en un mueble de tu casa, ves el mueble todos los días y apenas le prestas atención, pero también es porque niegan la existencia del hecho en sí. Y esa negación puede venir de su propia incredulidad o del odio, no odio al verdadero significado sino el odio que nace debido  a todos los errores cometidos por gente que ha manchado la cruz con acciones no cristianas hechas en nombre de Cristo. Así que obviamente muchísima gente hoy vivirá el día pasando de este hecho o incluso ridiculizándolo en las redes sociales.

¿Quienes somos nosotros para juzgarles si ya en la cruz Jesús dijo lo de "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen"?. Y si el mismísimo Cristo pedía al Padre por la gente que le estaban clavando en la cruz mucho más humildes deberíamos ser nosotros, porque muchos de nosotros siendo cristianos...¿cuantas veces hemos caído en los juicios rápidos?. Con esto no quiero decir que aplaudamos cuando alguien blasfema contra Jesús o contra Dios ni mucho menos, pero sí reflexionar un poco y pensar que cuando alguien hace o dice algo atacante a la fe, suele hacerlo porque ese odio nace del dolor que le infringió alguien que cometió el error de hacer justo lo contrario de lo que predica (ya sea cualquier creyente o los mismos errores de la Iglesia) o porque sencillamente no lo entiende. Es lo de "ver la paja en el ojo ajeno antes que la viga en el propio", tendemos a pretender que los demás tengan una conducta ejemplar cuando nosotros mismos no la tenemos. Y he dicho atacar a la fe, pero esto se aplica cuando atacamos a otras personas incluso cuando la intención es buena (para que dejen de hacer daño a los demás o a sí mismos), no así el modo de hacérselo entender. Y es un fuego que sólo puede ser apagado con el agua purificadora que nos llega mediante el amor del Espíritu Santo.

La cruz  no es sólo  el sacrificio que una de las tres personas de la Trinidad hizo para redimir los pecados de la humanidad es también el emblema de la actitud que debería tener todo el mundo, aplicable incluso para los no seguidores de Cristo. Morir a uno mismo, a sus nocivas manías, a sus propios defectos, a sus viejos rencores, sus malos hábitos, en fin, morir a nuestras debilidades, nuestros vicios...con el fin de resucitar en forma de semilla, una de esas semillas que brotan en el suelo quemado que ha dejado tras de sí el fuego de un incendio. Tomar tu propia cruz no es pasear un trono de Semana Santa (aunque se hace para simbolizar el hecho), sino luchar contra tus apetencias y tus vicios para mejorar día a día, por ti, por los tuyos y por los que no son tuyos. Porque crecer como esa semilla es ser una promesa cumplida para todos ya que todo lo que llegues a ser como árbol nuevo tiene su importancia para todo el mundo. ¿Cuantos árboles hay en el monte que ninguno de nosotros hemos plantado que nos han dado sombra durante las caminatas?. Por no hablar del oxígeno y el fresco que nos benefician a todos. Bueno, pues esa es la parte que no vemos cuando nos sacrificamos, la que el dolor no nos deja ver porque es eso, sacrificarse duele, no es fácil. Es muy curioso pero esta enseñanza hoy en día está embutida en muchos libros de autoayuda  de los cuales luego se sacan fotos con frases que luego se pasan por las redes sociales con el mismo mensaje "lucha por tus sueños y aguanta y pasa por encima de todo para conseguirlos". Un ejemplo claro, es esta escena de la película de Rocky VI.


El valor del sacrificio plasmado en las palabras de Rocky Balboa a su hijo;  "voy a decirte algo que tú  ya sabes, el mundo no es todo alegría y color, es un lugar terrible y por muy duro que seas es capaz de arrodillarte y tenerte sometido si tú no se lo impides. Ni tú, ni yo ni nadie golpea más fuerte que la vida, pero no importa lo fuerte que golpeas sino lo fuerte que pueden golpearte y lo aguantas mientras avanzas, ¡hay que soportar sin dejar de avanzar!. ¡Así es como se gana!" dejándole claro que sin sacrificio, no hay victoria. El sacrificio no es para cobardes y sólo se puede llegar al claro de la victoria atravesando el dolor como se atraviesa un sendero lleno de matorrales con espinas para llegar a la meta (espinas como las que llevaba Jesús en aquella corona que le impusieron con burla, por cierto).

  Creo que si un no creyente, por definición, no cree en los motivos de la crucifixión, al menos de hoy puede sacar como recordatorio que para mejorarse a sí mismo ha de sacrificarse y morir a sus propias bajezas personales. Para nosotros los creyentes también es un recordatorio del precio que el Hijo pagó por nuestra Salvación, precio que de ninguna forma podíamos pagar nosotros, por eso hay que perdonar a nuestros deudores sus ofensas porque son minucias si las comparamos con el pecado original.

Cristo aguantó todo el tiempo de su Pasión, todas las heridas físicas y psicológicas más terribles a las que se le puede someter a un ser humano, por nosotros.  Y murió en la cruz pagando el precio de  nuestras manchas en el alma, asumiendo para siempre las cargas de toda la humanidad, cargas que ya no son nuestras, sino suyas. Porque en nuestras fuerzas no somos capaces de soportar la incertidumbre de la vida y sólo en la confianza en Dios tenemos paz y el mejor futuro posible pensado en su plan desde su voluntad.

Mateo 11:28-29 " Venid a mí, todos los que estáis cansados y cargados, y yo os haré descansar."


Jesús se sacrificó. Él no quería este caliz y pasó por ello para realizar el mayor acto de Amor jamás hecho por nadie, el sacrificio no por una persona, por toda la humanidad. Y después de pasar todo este martirio consiguió su objetivo, volver a la derecha del Padre dejando su sangre en la tierra para que tuviéramos la oportunidad de renovarnos. Oportunidad que nadie debería desaprovechar.

Así que la conclusión del Viernes Santo es que pese a lo terrible que son las representaciones  de Semana Santa que se hacen en las calles del sufrimiento  y muerte de Jesús,  no hay que olvidar que Dios lo tenía pensado y que era necesario este sacrificio para tener la Salvación. Y que nada en esta vida llega fácil ni mucho menos gratis, hay que sacrificarse para conseguir nuestros objetivos.