viernes, 23 de enero de 2015

Sobre el peso, pues eso, el sobrepeso.

La verdad es que estoy bastante harta de este tema. Voy a ver si consigo transmitir el por qué.

Imaginaos lo siguiente. Un día decides dejar de fumar. Y no es un lunes ni un 1 de enero como los que elige casi todo el mundo, no no, es EL DÍA que dejaste de fumar. Te has mentalizado de no meterte más en la boca ni un solo cigarrillo más a fin de no teñir  de negro tus pulmones dejando atrás un vicio recurrente para huir de los nervios antes de un examen. En algunos casos también de la aparente sensación de madurez heredada de los años 70 cuando los anuncios de Malboro estaban de moda,  donde el vaquero de turno, sexy masculino fumaba para demostrar su estilo. Dejando atrás todo eso, has decidido que este sea tu cambio de siglo. Y comienzas tu camino hacia una vida más saludable sabiendo que te queda mucho por delante y mucho mono que dejar a un lado.
Que sepas que no es lo único con lo que vas a tener que lidiar. Al menos yo no contaba con esa dificultad añadida.

Ese día abres la veda a que gente,  yihadistas de  la libertad de expresión te digan que tanto si haces como si no haces, está mal. He dicho que el foco de atención era el tabaco como un preliminar, en realidad estoy hablando del cuerpo, concretamente del sobrepeso.

Queridos todos, necesito decirlo bien alto, soy una persona madura y racional y eso me da derecho a hacer con mi cuerpo lo que me de la gana.

Y si yo, que soy una persona madura y racional tengo derecho a a hacer con mi cuerpo lo que me de la gana, por ende, todas las de mi condición también. Sea lo que sea. Porque para eso somos personas adultas. En mi caso decidí que no quería vivir pesando 100 kgs con 1.62 m de altura y una constitución robusta, porque si bien el IMC no es 100% fiable, mi realidad era que no estaba a gusto con ese porcentaje de masa corporal en mi vida. No me sentía yo en todo mi esplendor físico. Jamás había engordado hasta entrar en 3 cifras en la báscula, jamás había tenido el corazón en la boca y un mareo a punto de desmayo por subir a un monte y jamás me había sentido tan mal mirando mis fotos por haber perdido la esbeltez que tenía previamente unos años atrás. Y me dije en aquel momento que eso debía acabar. Mi objetivo fue no volver NUNCA JAMAS a dejarme como lo había hecho hasta ese momento.

Esta es mi experiencia después de haber adelgazado 21 kgs desde entonces. Cuando una comienza una dieta empieza sufriendo el síndrome de abstinencia por no comer lo que te apetece a la hora que te apetezca, las primeras semanas son cruciales para que tu cuerpo y tu mente se hagan a la idea de que deben gastar esa grasa acumulada haciendo equipo. No he sido fumadora nunca pero lo comparo al tabaco porque cuando le contaba a gente que se había involucrado en un cruzada por su propia salud me decían que teníamos el mono como factor común. Lo bueno de esto es que al principio se pierden los kilos casi sacudiéndose por la calle porque tu cuerpo se ha "asustado" con el cambio y mientras se adapta echa mano a lo que tiene. Después tomé la decisión de hacer ejercicio, curiosamente no por la bajada de peso, sino porque tenía tal nivel de ansiedad que necesitaba hacer algo que me soltara de ese estado mental, lo cual no fue nada fácil, no, os aseguro que salir a correr con sobrepeso supone un esfuerzo mental y físico enorme.

¿Creéis que una vez superada esa etapa inicial luego es más fácil?. ¿Si?...pues...¡una mierda!. Porque si bien la abstinencia inicial es más fuerte, conforme te acercas al peso final te toca lidiar con el mono de haber estado sin comer lo que te gusta después de ( en mi caso) 2 años. Y tienes que volver a hacer acopio de fuerzas todos los días para no caer, ¡ah!, y superar también la pereza, esas manos invisibles que te atrapan desde lugares cómodos como el sofá o la cama evitándote hacer ejercicio. No es un camino fácil, para nada. Pero la cosa no acaba ahí.
Voy al ajo del asunto. Mientras afrontas toda esta dificultad te das cuenta de que no sólo te toca luchar con tu demonio interior (ese que te dice que si te comes una napolitana no pasa nada y que después juega a convencerte de que si son dos, tampoco pasa nada. Y que si no sales a correr un día, lo mismo, y así) sino que también te tienes que defender de sus coleguillas, porque cuando consigues vencer al tuyo ...éste pide refuerzos. Y aparecen los entendidos.
En España la gente en general sabe de todo, incluso de tu vida. La verdad es que estoy contando esto como autoterapia pero lo mismo a alguien que esté perdiendo peso como yo le sirve para que sepa que no está solo. Hago acopio de las más repetidas que me han dicho.
  • No puedes adelgazar.
Esto te lo dicen porque cuando alguien ve que eres capaz de hacer algo que ellos no se ven capaces de hacer, te "ordenan" que no lo hagas. Y se puede.
  • No pasarás de los 80 kgs porque en la treintena no se puede...
Aquí empiezan a aceptar que se puede e intentan negociar contigo un límite, te intentan convencer de que a los 30's ya es irremediable no poder volver a tu normopeso. Y se puede.
  • No estás gorda, es que eres de hueso ancho.
Entendemos como persona gorda una persona que está bastante lejos de su normopeso, ahora como no consiguen que lo dejes boicoteándote por las malas, intentan hacerlo por las "buenas". Lo del hueso ancho no determina que tengas un desbarajuste con la grasa que te sobra. Sí, me desgraso porque estoy gorda.
  • Si adelgazas es porque eres una insegura, tu autoestima está por los suelos y no te quieres a ti misma.
Como atacando la idea de mejorarse una físicamente no consiguen que te eches para atrás, lo siguiente es morder en el histórico talón de Aquiles femenino: la autoestima. El pico de atención de la sociedad y la lucha por lo políticamente correcto. Pues tanto yo, que quiero quitarme el sobrepeso como la mujer que pese 100 kgs y no le de la gana hacerlo tenemos más autoestima que nadie. Porque hacemos lo que nos da la gana para vivir a gusto con nosotras mismas. Y yo me quiero mucho a mí misma y sé perfectamente lo que necesito y lo que no. Y como me quiero mucho sé lo que es mejor para mí que es perder peso. Estoy muy segura de lo que hago.
  •  Por una vez que salgas y te tomes una cerveza ( o cenes fuera cosas no sanas) no pasa nada.
Tengo que reconocer que esto es relativamente cierto. Pero sólo en cuanto a calorías. El problema de salir y caer tomando algo que no debes, es que esa persona ( incluso cuando su intención sea buena) luego te insiste en que ya que te has tomado una, dos no va a ser tanta diferencia. Y lo peor de caer no es haber caído, es retomar la línea anterior olvidándote de volver a hacerlo, lo cual implica mucha fuerza de voluntad. Así que sí que pasa algo.
  • Pues para qué vas a adelgazar, luego con los embarazos las mujeres engordamos igual.
Es cierto, con los embarazos se coge peso, razón de más para quitármelo a fin de que si algún día me quedase embarazada no pesar aún más de lo que peso ahora, que estoy en sobrepeso. Se adelgaza pensando en cambiar el presente, del futuro ya veremos. Pero es que si me quedase embarazada, después del parto yo me quitaría el peso. Porque quiero estar a gusto en mi pellejo. Y lo necesito.
  • Pues no te vas a quedar como las famosas, no entiendo para qué te esfuerzas.
Yo no quiero estar como ninguna famosa, yo quiero estar en mi normopeso, en mi yo esbelto, ágil y sano. A mí las revistas, la moda y toda esa mierda me importa un pimiento. Yo me quiero a mí misma.

Esa es la clave de todo esto, quererse a uno mismo. Preguntarse a una misma qué quiere hacer con sus cosas, con su vida. Creo que somos libres, creo que somos libres para decidir cualquier cosa y creo que el cuerpo de una le pertenece a una. Me parece tan mal que alguien ataque a alguien porque no quiera bajar de peso como que porque quiera bajarlo. Llevaba mucho tiempo con las ganas de decir esto abiertamente.
Así que si estáis caminando en este sendero y os dan el coñazo que sepáis que no estáis solos/as. Mucho ánimo y paciencia hasta conseguirlo.